Cómo preparar equipos para el almacenamiento a largo plazo

Preparar equipos para el almacenamiento a largo plazo es una tarea que requiere una planificación cuidadosa para asegurar que estos se conserven en buen estado y estén listos para su uso cuando se necesiten nuevamente. Desde maquinaria industrial hasta dispositivos electrónicos, cada tipo de equipo demanda atención específica para evitar daños o deterioro durante el período de almacenamiento. A continuación, ofrecemos algunas pautas clave para garantizar que tus equipos se mantengan en óptimas condiciones, incluso tras largos periodos sin uso.

1. Limpieza profunda y mantenimiento preventivo

Antes de almacenar cualquier equipo, es fundamental realizar una limpieza a fondo. Los residuos de polvo, grasa o sustancias químicas pueden acumularse con el tiempo y causar corrosión o bloqueos en piezas mecánicas. Para maquinaria pesada o industrial, es recomendable aplicar productos anticorrosivos y lubricantes en partes metálicas que estén expuestas. En el caso de dispositivos electrónicos, asegúrate de quitar el polvo con aire comprimido y limpiar superficies externas. Además, realizar un mantenimiento preventivo garantiza que todos los componentes estén en óptimo estado antes del almacenamiento, evitando problemas cuando el equipo vuelva a utilizarse.

2. Desmontaje parcial

Para muchos tipos de equipos, el desmontaje parcial es una buena práctica para un almacenamiento seguro. Separar piezas móviles o componentes delicados reduce el riesgo de daños durante el almacenamiento y facilita la aplicación de lubricantes o protectores específicos. Si se trata de maquinaria grande, desmontar las partes que podrían dañarse o corroerse, como las correas o los cables, ayudará a preservar su estado. Es recomendable guardar cada componente desmontado en una caja o bolsa etiquetada para facilitar el reensamblaje en el futuro.

3. Uso de embalaje adecuado

Un embalaje adecuado es clave para proteger el equipo de factores externos como la humedad, el polvo y las variaciones de temperatura. Utilizar cajas de madera o de plástico resistente es una buena opción para equipos voluminosos, mientras que el plástico de burbujas y las bolsas de sellado al vacío son ideales para piezas más pequeñas o delicadas. Los envases herméticos y los materiales que absorben la humedad, como los desecantes, son esenciales para proteger componentes electrónicos y maquinaria que pueda verse afectada por la corrosión.

4. Revisión periódica

Aunque se trate de almacenamiento a largo plazo, es recomendable realizar revisiones periódicas para asegurar que el equipo se mantenga en buen estado. Esta revisión permite detectar problemas como fugas de aceite, corrosión en partes metálicas o degradación de componentes electrónicos, de modo que puedan ser solucionados antes de que causen daños significativos. Revisar el equipo al menos una vez al año, además de verificar el estado del embalaje y el ambiente de almacenamiento, es una práctica fundamental.

5. Documentación y etiquetado

Finalmente, etiquetar cada equipo y sus componentes, así como realizar una lista detallada del inventario, facilitará el proceso de reensamblaje y evitará confusiones al momento de utilizar el equipo nuevamente. Incluye instrucciones o manuales de uso junto a cada pieza si es posible, y asegúrate de que cada componente esté identificado con etiquetas resistentes que indiquen su función o ubicación. Esta organización facilitará el proceso cuando el equipo se saque de almacenamiento.

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